Historias secretas de cama.
Afortunadamente (o desgraciadamente), la mía, si hablara, probablemente me demandaría. En cuanto a usos y abusos camastrales (camastrales... suena mal ¿verdad?), no soy la excepción; especialmente considerando los parajes más lascivos y lujuriosos de mi vida. Mi cama, probablemente, le contaría al mundo mi problema de ronquidos. ¡A nadie le gustan mis ronquidos! También probablemente contaría como he buscado quiméricamente el amor en el cuerpo femenino, como un artista que explora técnicas de dibujo avanzadas, sofisticadas, y delicadas pro fin de conseguir esa forma, ese color, esa tonalidad que necesita y que hará que su obra salte la valla que convierte lo humano a lo divino. Probablemente también hable de mis fracasos sexuales (mínimos, por lo que sé); dejándome en vergüenza frente a mis amigos. Si mi cama hablara, si mi cama hablara. ¿Podría contar todas las personas que han dormido en ella? A lo mejor recordaría, graciosamente, uno de mis cumpleaños, no diré cual para no involucrar terceros, cuando dos personitas, invitados, que aparentemente se odiaban (y era lo que todos entendíamos, y creo que es lo que ellos pensaban también) decidieron resolver sus problemas de la forma más unilateral y conciliadora imaginable; haciéndose trizas y haciendo trizas mi cama, de paso. Otro detalle jocoso y anecdótico podría ser una profesora mía, desvirginizándome en mi propia cama; probablemente sería un recuerdo doloroso. Y podríamos seguir así, los vómitos, las películas, las luchas, las sesiones de tarot; los cafés literarios improvisados, los días y días leyendo El Señor de Los Anillos aquella navidad para la que me regalaron la trilogía ilustrada y empastada; las comidas encima (y las derramadas encima) y así. Recuerdos, recuerdos en un cuarto en el que la luz no llega sino en el atardecer, y de mala manera; así que imagino que la personalidad de mi cama no debe ser muy distinta a la mía. Probablemente su tez también sea mister hawaiian cama, un tostado de luz de luna estilo manteca increíblemente nieve. Además, no debe ser agradable dormir con alguien que se mueve tanto en las noches encima. Y la historia no termina acá; ayer imprimí una nueva página de las historias secretas de mi cama, aquellas historias que, como todas, nadie nunca sabrá; excepto, claro, sus protagonistas, y el silencioso y mudo testigo quejumbroso que las soporta.
Canción del día: Opeth - In my time of need
¿Cómo estuvo el día de hoy?: Sentado, supongo. Deberían preguntarle a él mismo si quieren una respuesta más completa.