Apología.
La apología.
Señor Detective, me declaro culpable. Lléveme, enciérreme, y tire la llave, pues he pecado. Vendí a buen precio mi alma, detective. He pagado cada letra de la vida efervescente que llevo con la sangre que ahora cubre mis manos, detective, y lo he hecho sin cargos de conciencia. No he temblado ni un instante al disparar a quemarropa contra la vida misma en un loco y desesperando intento por acallarla de revelarme sus verdades, mis verdades, esas atroces aberraciones que me tienen al borde de la locura. Por eso le pido, detective, que me espose ahora mismo, o estas manos, hijas de mis manos, matarán nuevamente lo intocable, inyectarán arsénico en las venas de la ciudad que recorren con cada palmo que camino, y en un millar de cabezas volarán los delirios que por la mía viven día tras día sin cesar y que, oh detective, me han llevado a cometer el crimen que lo ha horrorizado ahora. Jalé el gatillo, y otras cuantas cosas más, en el casquete de la vorágine que me consume desde aquél día infame en el que entendí que sólo eliminando al resto que consume el aire que se acaba podía yo eliminarme a mi mismo y cesar de existir ¡para poner fin a las horas de tormento que causan esas mismas personas que he de aborrecer! Pero si he de disparar a alguien, detective, debiese ser a mi mismo; debiese eliminarme por no haber tenido jamás el coraje de haberme eliminado con anterioridad, y así eliminar todo lo que me contamina; pues, ¿Cómo eliminar la lujuria de una persona sino eliminando a esa persona? ¿Puedes sacar la blancura de la nieve, sin inmutarla, y dejándola sin su color crema, y que siga siendo nieve? No pues, ya no sería nieve, sino cualquier otra cosa fría que ya no fuese del color que has robado; y si no es blanca, ¿de qué color sería? Pues, no puedes sacar del hombre, detective, la maldad que lo horroriza cada día al mirar la sociedad putrefacta que es como el espejo convexo que refleja su hermosura propia día a día, mientras él exclama ¡qué hermoso me veo hoy! De esto soy culpable, detective, por haber temido condenar al avaro, corregir al errado, ayudar al pobre, compartir mi miseria con la miseria del resto y poder aclarar el enredo en el que vivimos cómo quien lanza una piedra en un charco inmundo y difuso, creando olas que remueven la inmundicia y la llevan a la lejanía, detective, usted y yo debiésemos ser ahora juzgados por la única entidad que puede liberar al charco de su inmundicia, y esa entidad es la única responsable de la inmundicia misma, pues, querido amigo detective, es el hombre quien ha inventado lo "malo" y lo "bueno", por que es así, por que así funciona, por que su pensamiento poluto no le permite ver bondad sin maldad, belleza sin fealdad, verdad sin mentira, no le permite amar sin odiar, ni tampoco ver el blanco sin ver el negro. No le permite ayudar a un prójimo en desgracia sin proclamar la guerra a un país vecino, no le permite amar a su esposa sin odiar a su vecino, no le permite, detective, sonreír sin evitar llorar por la desdicha de no poder siempre ser feliz. Hemos cavado nuestra propia tumba, así como yo he planeado y perpetrado mi crimen con la más fría y cruel de las premeditaciones, pues, quien no actúa premeditadamente no es culpable de sus actos. Sin embargo, los humanos somos siempre culpables porque, amigo, nosotros hemos inventado la culpa, e inventamos la justicia para mantener a ralla a nuestros propios delirios, a nuestros temores y a nuestras maldades. Creamos términos para designar las cosas que naturalmente no haríamos, e inventamos sus opuestos, los deificamos y mitificamos sólo para sentir que habría alguna entidad que debiese comportarse cómo nosotros debiésemos comportarnos para no ser destruidos por nuestra propia locura que se apodera de nuestras mentes cual fuego que se expande por un campo de pastizal seco, detective, que llamamos humanidad. Soñamos con las balas APRA destruir la maldad que construimos con el martillo y el cincel, creamos formas de gobierno para identificar los polos opuestos en los que nos movemos mientras buscamos formas para dañarnos. Es por eso que busqué eliminar el mal y así eliminar de por si la moral que nos subyuga y debajo de la cual vivimos, lamentablemente, subyacidos nosotros mismos. Nuestros actos se fundamentan en las objeciones morales de conciencia originadas por las leyes que inventamos para sopesar nuestra propia maldad. La eliminé, detective, y me eliminé a mi mismo; maté a un hombre, y volvería a matar, y así hasta que la maldad haya sido eliminada del planeta… para luego darme muerte a mi mismo, amigo, y a todo lo que conoces; tal vez sólo así recupere la naturaleza su orden que por codicia destruimos. Por eso, detective, me declaro culpable, y pido la pena capital; tal vez, eliminándome, eliminen la "maldad humana"... o al menos parte de ella, la parte gigantesca que reside en mi."
No hay películas por hoy, ni más comentarios. Los comentarios quedan en sus cabezas.
3 Comments:
¿será posible?
¿y cuando?
espero las pelis
un abrazo
wow, me mantuvo al hilo todo el rato, puedo recomendarlo?
poesiamagna.blogspot.com
me interesa la surbvercion de los valores, la entrevista de marcel claude, por ejemplo, se referia al mismo punto al que todos hacen mencion en sus discursos pero con las diferencias de los enfoques, eso saludos.
Jaja, gracias, tengo Batalla en el Cielo. te recomiendo Japón, la primera de Carlos Reygadas. A mi persnalmente me gusta más.
Saludos!
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